“La única consecuencia inmediata de una violencia ilimitada es la muerte; pienso que he muerto varias veces… Pero la muerte es, también, vecina de lo sagrado.” Este poderoso texto, lleno de ironía –como si la muerte fuera poco, como si la violencia pudiera tener un efecto peor, como si la “banalidad del mal” (Hannah Arendt) pudiera ser más tremenda—, es la clave íntima del conjunto de trabajos de arte visual que componen La imagen amable de mí misma (2003).
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